Nace en Casar de Cáceres, hijo de Bonifacio Cortés y de Antonia Royo
Nace en Guareña, hijo de Pedro Alonso Silos y de Leonor Pérez
Nace en Guareña, hijo de Francisco Cortés y de María Malfeito
Nace en Guareña, hijo de Miguel Cortés y de María González
Nace en Guareña, hijo de Juan Cortés Gómez y de María González Parra
Nace en Don Benito, hijo de Fernando Cortés y de Catalina Cabezas
Nace en Guareña, hijo de Juan Cortés y de Leonor Ábalos
Escribano
Escribano
Nace en Madrigalejo
Escribano
Escribano
Nace en Jaraiz de la Vera
Nace en Lumbrales
Nace en Berzocana, hijo de Juan Corral y de Florentina Jiménez
Nace en Casatejada, hijo de José Coronel y de María Romero
Nace en Ceclavín
Escribano
Nació en Córdoba fue el trigésimo Obispo de Plasencia desde el 4 de junio de 1574 hasta el 10 de junio de 1578 que fue trasladado a Córdoba
Nace en Higuera de Albalat, hijo de Antonio Cordero y de Teresa Morales
Priora del Convento de San miguel de Trujillo
En su orígenes el convento fue un antiguo hospital gracias a Francisca de Oviedo y Palacios, que en el año 1635 encarga al escultor madrileño Domingo de Rioja la realización de una imagen de Cristo para la capilla del hospital y en 1655 lo convierten en convento
El fundador del convento del Espíritu Santo fue Pablo Pérez, que acompañó a los hermanos Pizarro en la conquista del Perú y recibió privilegios de nobleza por parte de Felipe II. Comenzó construyendo una capilla junto a su casa, obteniendo el 25 de mayo de 1556 la licencia del obispo Enríquez de Almansa para que se pudiese dar misa en ella. El 1 de septiembre de 1558 se produce la toma de posesión por parte de la comunidad de frailes, siendo su primer padre guardián fray Francisco de Chaves. El convento pasaría a formar parte de la provincia franciscana de San Miguel. Existe constancia de que el 31 de julo de 1567 se habían iniciado unas obras para ampliar y mejorar el convento, dichas obras se prolongarían por varias décadas, llegando a ser terminadas en su mayor parte en 1641.
La vida del convento cesó en 1835 cuando tuvo que cerrar sus puertas tras la exclaustración decretada por Mendizábal.
Según historiadores de Trujillo el Convento de las Jerónimas fue construido sobre el palacio solar de los Vargas, fundado hacia el siglo XIII, aunque el dato que se tiene más antiguo de su existencia es del año 1478 (siglo XV), que es la fecha de una donación que hicieron los Reyes Católicos a este convento. El monasterio no se ha construido de nueva planta, sino que fue una casa o palacio.
En el año 1966 la Comunidad se trasladó al Palacio de San Carlos de esta misma Ciudad, ya que el Monasterio de Santa María de la Concepción (el actual Convento) amenazaba ruina, el palacio al que se trasladaron fue cedido temporalmente por el Duque de San Carlos, emparentado con la Madre Cristina de Arteaga, hija de los Duques del Infantado, el traslado ha durado 45 años y la restauración del antiguo convento duró 20 años, hasta el 24 de noviembre de 2010 que regresaron al convento originario.
Fundado en 1475 por el bachiller Alonso Ruiz de Camargo y su primera mujer, Sevilla López de Carvajal; ya en 1484 la comunidad estaba constituida y su abadesa confirmada por el Papa Inocencio VIII. Su advocación original fue la Santa Ana y estuvo ocupado por religiosas de Santa Clara de la orden de San Francisco. Las donaciones se suceden. Durante la primera visita de los Reyes Católicos en 1488 donaran la cantidad de 17.000 maravedíes cada año, y en su segunda visita en 1495, les donara una casa contigua al convento que perteneció a judíos. Entre los nobles y prohombres que realizan donaciones, podemos citar al maestre de Alcántara D Juan de Zúñiga y Pimentel, al valido de Felipe III, conde de la Oliva, D Rodrigo Calderón y al Sr. Racionero de la Catedral Sánchez Tamayo.
Tras los procesos desamortizadores, producida la exclaustración de sus religiosas en 1836, no pudo reanudarse la vida conventual al no contar con número suficiente de monjas
A Plasencia le fue otorgada la dignidad episcopal en 1189, por ello, desde muy temprano estuvo poblada por órdenes mendicantes. La llegada de los dominicos se produjo en 1216, en un pequeño convento que fundaron detrás de la parroquia de San Miguel. Allí permanecieron hasta que el matrimonio formado por Leonor Pimentel, hija del conde de Mayorga y Álvaro de Zúñiga y Guzmán, señor de la ciudad, que en 1476 sería el I duque de Plasencia, comenzaron los movimientos para fundar una casa en la que los dominicos viviesen en mejores condiciones. Cuenta la tradición que la iniciativa de fundación del convento, parte de un milagro que sucedió tras la muerte por enfermedad del primer hijo del matrimonio, Juan de Zúñiga y Pimentel. Antes de ser enterrado el cuerpo, rezaron los padres a San Vicente Ferrer, dominico que había sido canonizado en 1455, prometieron fundar iglesia y convento dominico si el niño recuperaba la vida. Finalmente el niño resucitó de manera milagrosa, por lo que, el matrimonio inició las gestiones para fundar el convento. El matrimonio recurrió al papa Sixto IV, con el que mantenían amistad, y éste concedió una bula, en 1473, otorgando bienes, además realizó varias donaciones de terrenos en los años siguientes. También Enrique IV otorgó derechos de servicio y montazgo del Puerto de Malpartida y ayuda perpetua de 50.000 maravedíes, en una Real Cédula firmada en Baeza el 10 de junio de 1472. Este privilegio fue confirmado posteriormente por los Reyes Católicos. En 1477 comenzó la edificación del edificio conventual en un terreno, conocido como La Mota, que Álvaro de Zúñiga, ya duque de Plasencia, donó y en los que antiguamente se ubicaba una forteleza musulmana y después una sinagoga. Las obras del edificio llegaron a su fin en 1484, llevándose a cabo la toma de posesión el 30 de marzo de 1486, recibiendo el convento el padre provincial de la orden, fray Juan de Sancti Spiritu. la iglesia fue bendecida el 13 de abril de 1487. En el siglo XIX la vida del convento llegó a su fin tras sufrir la decadencia derivada de los avatares de la época. En 1808, durante la Guerra de la Independencia, el general Lefevre invadió Palencia y realizó un saqueo del convento de San Vicente Ferrer, al que usó como cuartel para sus tropas, lo mismo que haría posteriormente el mariscal Ney. Los religiosos pudieron regresar tras el fin de la contienda y la vuelta la normalidad de la vida religiosa, pero se encontraron con un convento intensamente deteriorado y cuyos bienes habían sido saqueados casi en su totalidad. En 1835 el convento cerró definitivamente sus puertas tras la aplicación de los decretos de exclaustración del ministro Mendizábal.
Las comunidad de monjas dominicas de Trujillo tuvieron un primer asentamiento una antigua sinagoga expropiada y cedida por los Reyes Católicos en 1492 a las dominicas.
En ll año 1502 las monjas se mudaron a la antigua ermita de San Miguel, donde se asentaron de manera definitiva y fundaron el convento bajo la advocación de Santa Isabel y San Miguel. Una primera reforma del espacio conventual tuvo lugar en 1565, estando al frente de ésta el arquitecto Francisco Becerra, después, en el siglo XVII las obras se centrarían en la iglesia.
El convento contó con el patrocinio de poderosos personajes de Trujillo, como el capitán Martín de Meneses, que fue enterrado junto a su mujer en una capilla de la iglesia conventual, y cuyo sepulcro fue terminado de construir en 1587.
En la actualidad esta ocupado por monjas dominicas
Fundado como beatario se convertiría en convento de franciscanas gracias a las donaciones hechas en su testamento por Miguel Sánchez Yangüas y la aprobación del 27 de enero de 1417 por el Obispo Gonzalo de Zúñiga de su incorporación a la Tercera Orden de San Francisco.
Alcanzaría su mayor esplendor un siglo después cuando el matrimonio formado por un conocido militar de la ciudad, Cristóbal de Villalba, y su esposa Estefanía de Trejo y de la Cerda se convierten en patronos de la institución. Fundaron capilla para instalar en ella sus enterramientos. En 1517 muere Cristobal de Villalba que sería enterrado en la iglesia en la que se instalaría una estatua orante del difunto.
Ya en el año 1582 el convento se establece como casa de clausura perdurando esta condición hasta el siglo XXI.
A lo largo de la historia ha sido reformado en varias ocasiones. En el año 1867 hay una reforma importante del artesonado, y en el año 1879 se realiza otra reforma importante en el enlosado.
El último siglo, el convento ha estado habitado por monjas pertenecientes a la Orden de la Inmaculada Concepción
Ya en la actualidad el convento ha ido perdiendo a su comunidad lo que ha provocado graves problemas. En 2006 ocupaban la casa cinco religiosas dedicadas a la venta y elaboración de dulces y esporádicos trabajos de imprenta. Ya en 2014 sólo residían en el convento tres religiosas. La avanzada edad de alguna de ellas obligó a las instituciones responsables a ordenar el traslado de estas monjas a otra residencia en Sevilla.
Este convento habitado por monjas de clausura de la Tercera Orden Regular Franciscana está situado en la calle San Pedro en un edificio antiguo del año 1493, que entonces se llamó de San Pedro y Santa Isabel.
La fundación se hace bajo la advocación de San Pedro a finales del siglo XV. Existen diferentes fuentes que dan como benefactor de la fundación a García Sánchez, párroco de Santa María la Mayor, quien legaba en su testamento de 1493 una cantidad como renta anual y terrenos en una dehesa cercana al pueblo, o a la propia reina Isabel I, y después a su nieto Carlos I, quienes iban haciendo donaciones tanto anuales como de forma puntual para ayudar económicamente a la comunidad de religiosas.
Ya en el siglo siguiente, concretamente en 1528, el convento sufre un incendio que obligó a hacer una casi completa reconstrucción. Aprovecharían esta obra para ampliar la casa, ampliación que se haría entre 1581 y 1585.
En el siglo XIX vuelven a darse algunos episodios que afectan a la comunidad. Durante la Guerra de Independencia el edificio resulta dañado. También la desamortización de Mendizábal de 1835 tocaría a esta comunidad que perdería parte de su patrimonio. A finales del mismo siglo XIX logran recuperarse y volver a restaurar las partes dañadas del convento.
A pesar de los contratiempos, el convento de San Pedro ha logrado mantenerse hasta la actualidad. Subsisten gracias a sus reconocidos trabajos de confección y bordados tanto por encargo como para grandes comercios a nivel nacional.
El origen del convento hay que situarlo en plena expansión de la observancia, apoyada por los Reyes Católicos y el Cardenal Cisneros. La bula papal de Alejandro VI, de 31 de octubre de 1500, donde establece que los franciscanos se asienten en Trujillo, usando para ello el solar de una antigua mezquita. Un año más tarde, el 8 de diciembre de 1501, los Reyes Católicos mandan una carta al obispo de Plasencia cediendo a los observantes de Trujillo una mezquita que poseían los árabes, a fin de hacer en ella un convento.
La fundación fue completada con lo que estipulaban varias cédulas, así tenemos la de 15 de abril de 1502 en la que se adhiera al convento una mezquita, la del 14 de septiembre del mismo año por la que se establece la venta de casas para el convento, o la de 25 de noviembre de 1505, año en que comienzan las obras, en la que se ordena compra de terrenos para el mismo fin. En 1513 la comunidad de frailes estaba asentada en el convento.
Las obras de la iglesia finalizaron en noviembre de 1599, inaugurándose el templo el 26 de mayo de 1600; data también de entonces el claustro, pero no así la cúpula y la linterna del crucero, que se realizaron durante el siglo XVIII
En 1835 el convento cierra sus puertas debido a la exclaustración decretada por Mendizábal.
Según la tradición, el convento sería fundado por el propio San Francisco de Asís, que acudió a ver al rey de Castilla Alfonso VIII a Plasencia y para ello se alojó en la ermita de Santa Catalina del Arenal. Los vecinos pedirían la fundación de un convento a San Francisco, cosa que el tuvo en cuenta, y a su llegada a Italia, mandó hacia Plasencia varios frailes que fundarían el convento al lado de la ermita de Santa Catalina. No obstante, el primer documento que se conserva del convento, es una bula papal de Gregorio IX, de 26 de mayo de 1233, en la que trata con el obispo de Coria la oposición de los franciscanos a la fundación del convento de religiosas cistercienses de San Marcos. Todo ello nos lleva a pensar que la fecha de fundación se produjo algunos años antes. Durante el s. XIV disfrutaron de los favores ofrecidos por los nobles de Plasencia, como el militar Alfonso Ferrandes del Bote o Alfonso Pérez, que fue patrón de la capilla de San Francisco, en la que se mandó enterrar según escritura de 26 de agosto de 1329. En 1338 un incendio destruye el convento, por lo que han de emprender la construcción de una nuevo, para tal fin contaron con la donación de 400 maravedíes de Engracia Monroy. La nueva iglesia de San Francisco fue terminada en el s. XV. Durante la Guerra de la Independencia el convento sufrió graves daños por las tropas francesas. Aunque los frailes regresaron, el convento cerraría definitivamente sus puertas en 1835 tras implantarse la exclaustración decretada por Mendizábal.
En el año 1837, debido a la desamortización, expulsaron a los frailes que aún permanecían en el convento, en este momento también se trasladaron esculturas e imágenes a otros edificios religiosos de la ciudad.
El Convento de San Francisco de Béjar fue fundado en 1310. Posteriormente, los duques de Béjar asumieron el patronazgo del convento. Los duques otorgaban 30.000 maravedíes de limosna anual al convento y costearon las diversas reformas del edificio. Se convirtió en convento de franciscanos observantes en 1534. El convento disponía de una fábrica de sayales que abastecía a toda la provincia franciscana de San Miguel. En el siglo XVII se establecieron estudios de artes y gramática. A lo largo de su existencia, el número de frailes osciló en torno a los 30. El convento fue suprimido por los decretos de exclaustración de 1835.
Actualmente es un centro cultural del Ayuntamiento de Béjar
El Padre de la Cueva, sacerdote trujillano y don Francisco Sánchez, son los que consiguieron que se construyera el convento para Religiosas de la Orden Clarisas Descalzas de la 1ª Regla de Santa Clara, Orden fundada por Francisco de Asís. Ellos iniciaron las trámites en Madrid, donde se desplazó el Padre Cuevas para proponer la fundación al Padre Comisario de la Orden de Clarisas Descalzas de la 1ª Regla de Santa Clara y en principio obtiene la aprobación necesaria, subordinándola al visto bueno de la Superiora del Convento de las Descalzas de Princesa, casa Madre de la Orden, las cuales no pusieron ningún impedimento.
Inauguraron con la colaboración de dos hermanas beatas de Plasencia que se instalaron inicialmente en unas casas colindantes que habían donado unas devotas. Pronto dejarían atrás las penurias económicas debido a la gran devoción que levantó en Trujillo este convento. El Obispo de Plasencia Martín de Córdoba y Mendoza dio licencia el 18 de agosto de 1574 para levantar en nuevo edificio.
Entraron a vivir junto con nobles doncellas en su nuevo alojamiento el 8 de septiembre de 1574, bendiciéndose el 29 de ese mismo mes bajo la advocación de San Antonio de Padua. El templo tardó dieciséis años más en ser finalizado.
La fecha de fundación es del 6 de septiembre de 1574 por el Obispo de Plasencia Martín de Córdoba y Mendoza y para ello se trasladaron religiosas de las Descalzas Reales de Madrid.
A partir de 1629 que se instala el convento de la merced ocurren problemas de convivencia entre las dos comunidades.
Contaron con donaciones de Ana de Austria y Felipe II, Felipe III, Felipe IV, el concejo trujillano y el obispo placentino entre otros.
Se destruyó parte del convento durante la invasión francesa, pero a pesar de la belicosidad nunca estuvo cerrado, pues algunas monjas se negaron a abandonarlo.
Por el clima de antirreligioso que se respiraba a consecuencia de la proliferación de la masonería y los decretos de Mendizábal tuvieron que partir las religiosas a cobijarse en el convento de Santa Clara de la misma ciudad.
El inmueble fue vendido por vía judicial y actualmente se encuentra un establecimiento hotelero en sus instalaciones después de su rehabilitación
El convento se fundó en casa de la noble María de la Cerda Porcallo, nieta de Hernando de la Cerda, el 27 de enero de 1628 en su palacio, conocido hasta entonces como "palacio de los Arcos"
El edificio fue exclaustrado durante la Guerra de la Independencia, cuando fue ocupado como cuartel por los franceses, y nuevamente durante unos meses en 1931, pero siguió en uso hasta 1993. El palacio acogió a las carmelitas hasta que en 1993 se marcharon al nuevo convento de Santa Bárbara que les regala el empresario Moll de Miguel tras comprar su antigua casa, que en 2008 vende.
Tiene su origen en la fundación de un cenobio en el primer decenio del siglo XVII gracias al patrocinio del Concejo y de la familia Pizarro, que intercedieron ante el rey para que se establecieran los mercedarios en las casas de la Obra Pía de Catalina de la Cueva.
A mediados del siglo XVII se trasladaron a este otro lugar, donde construyeron su convento entre 1660 y 1680, interviniendo en las obras los maestros de arquitectura Francisco Díaz y Alonso Ramos.
La guerra de la Independencia ocasionó serios destrozos en el convento de la Merced, y en 1820 fueron exclaustrados sus frailes.
Fundado en el siglo XVI, ya en el año 1567, cuando Felipe II ordena que se reduzcan a la observancia, poseen un edificio paupérrimo para poco más de una docena de religiosas. No quedan restos visibles tras su venta y parcelación en 1837 a causa de las leyes desamortizadoras. Vicente Pérez levantó en su lugar una casa-fábrica textil. Se encontraría situado en el actual Casino Obrero de Béjar (Calle Mayor de Reinoso, desde el número 2 al 18 o 20. Tenemos conocimiento de que en la desamortización de terciarios regulares franciscanos llevada a cabo por Felipe II, vivían doce o trece monjas en condiciones de pobreza.
El convento de las Capuchinas fue construido a finales del siglo XVI por testamento del regidor Juan Rodríguez Cano y su mujer Beatriz de Contreras. Rodríguez Cano había adquirido una gran fortuna como indiano, y contaba que en su viaje de retorno a Europa se había salvado de una peligrosa tormenta gracias a una imagen de la Virgen de Copacabana que traía en el barco, por lo cual decidió fundar un templo en el que albergar esta imagen
El fundador del convento murió con herederos menores de muy corta edad, por lo que no pudo cederse a una orden religiosa hasta 1635, cuando su nieto Juan de Nebrija y Cano gestionó los trámites para su apertura. El convento se cedió a la Orden de Clarisas Capuchinas y en 1636 llegaron las primeras ocho monjas de clausura, procedentes del convento que esta orden tenía en Madrid.
Existe riesgo de desaparición de la comunidad capuchina por falta de vocaciones: en setiembre de 2015, las monjas abandonaron su convento placentino para trasladarse a Granada, aunque regresaron en febrero de 2016
La fundación de este convento fue por el traslado de ocho religiosas del convento de Cabeza de Buey en 1533, a las casas llamadas del recaudador contiguo a la Iglesia de San Clemente. El beneficiado de está iglesia era Luis de la Cerda, canónigo de Sigüenza, que cedió la Iglesia a las monjas el 5 de enero de 1534. El Obispo Gutierre de Vargas Carvajal lo aprobó y dio licencia para la construcción del convento con el uso de la Iglesia de San Clemente. Ratificado por el breve de Pablo III.
En su origen pertenecía a la provincia franciscana de Santiago pero el 15 el 7 de 1548 se crea la provincia de San Miguel y pasa a pertenecer a esta.
Actualmente, las religiosas que vivían en el convento se han trasladado a otro de nueva creación y ocupa el antiguo convento el Parador de Turismo desde 1984
En 1489 los monjes dominicos se trasladan a este convento desde el lugar conocido como Papanaranjas de Trujillo autorizado por bula pontificia, el nuevo edificio fue construido en terrenos cedidos por el Ayuntamiento y tomó el nombre de la calle en la que está situado y de la plaza de enfrente.
En 1604 el Obispo de Plasencia Pedro González de Acebedo le concede una dote para fundar una catedra de Teología y Moral, a la que se añadió en 1619 otra de Arte y Estudios Generales.
Posteriormente en 1809 las tropas francesas saquean, destrozan, queman los altares y ultrajan sus imágenes dando muerte a su Prior, dos años después en 1811 las tropas inglesas lo convierten en cuartel, aunque los frailes volvieron en 1814, el comisario político de Badajoz reclama la extinción y reforma en 1820, siendo finalmente subastados sus bienes por Real Orden en 1836.
El Monasterio de la Encarnación, núcleo original del convento, fue la casa solariega del Arcediano de Medellín, Gabriel Pizarro (1573). El Santo Oficio de la Inquisición había estado interesado en instalar el tribunal en este lugar, pero los hermanos Pedro y Martín de la Mota (1579) compraron la casa para convertirla en cenobio de monjas de la Orden de Santo Domingo (1585)
Las necesidades del monasterio llevan a que en el s. XVII se amplíe con varios solares al otro lado de la calle y con salida a la contigua calle de Santa María, hoy de las Claras. Dicha ampliación se corresponde con la iglesia conventual
Actualmente es el único convento de clausura que queda activo a esta fecha en la ciudad de Plasencia
El convento fue fundado por Elena Donoso Cortés Gómez Valdés .Las obras de construcción duraron dos años, inaugurándose con la primera misa en su Capilla el 30 de septiembre de 1883.
Nace en Malpartida de Plasencia, hijo de Pedro Contreras y Elvira
Nace en Plasencia, hijo de Pedro Contreras y Elvira Sarmiento
Nace en Jarandilla de la Vera, hijo de Silvestre Gómez Contreras y de Francisca Contreras
Nace en Miajadas, hijo de Pedro Contreras y de Teresa González, fue párroco de Rena
La administración de las finanzas reales de la Corona de Castilla estuvo atribuida desde la Edad Media a la Contaduría Mayor de Hacienda. Sin embargo, las deficiencias en el funcionamiento de la Hacienda, agravadas por las innovaciones que supuso la llegada de Carlos V, hicieron necesaria la creación de un organismo encargado específicamente de la búsqueda de nuevos recursos y sistemas de recaudación, y del control de la contabilidad y la tesorería. Pese a que el Consejo de Hacienda se creó como tal en 1523, su vida será inestable durante todo el siglo, regulada por múltiples disposiciones, hasta que las ordenanzas de El Pardo de 1593 fijen su planta y atribuciones. Durante este periodo, su composición variará ostensiblemente, estando formado por un Presidente y varios Consejeros, entre los que destacan las figuras del Secretario, el Tesorero General, el Escribano de Finanzas y dos Contadores de Hacienda. El siglo XVII se inaugura con las ordenanzas de Lerma de 1602, que, en un intento de solucionar la conflictividad existente entre el Consejo de Hacienda y la Contaduría Mayor de Hacienda, fusionan ambas instituciones en un único órgano denominado Consejo de Hacienda y Contaduría Mayor, al que se sumarán el tribunal de Oidores y la Contaduría Mayor de Cuentas. La vida de este organismo seguirá siendo regulada por múltiples disposiciones (1621,1635, 1651, 1647, 1691), constituyendo las principales novedades del periodo la organización del Consejo en Salas de Gobierno y Justicia y la organización de la Comisión de Millones como sala independiente (1658). A comienzos del siglo XVIII, en el año 1713, el Consejo de Hacienda es una complicada organización compuesta por más de 60 miembros, articulada en las siguientes dependencias: Sala de Gobierno, Sala de Justicia, Sala de Millones, Sala Criminal y Contaduría Mayor de Cuentas. Esta complejidad, unida a la ineficacia de su funcionamiento, provocará la progresiva pérdida de competencias gubernativas del Consejo en favor de otras instituciones hacendísticas de nueva creación (Superintendencia General de Hacienda y la Secretaría del Despacho de Hacienda, principalmente), quedando relegado el Consejo a la función judicial en apelación. Tras la reforma de 1803, en la que recibe el vacío nombre de Consejo Supremo de Hacienda, su supresión en 1834 será consecuencia de la gran reforma de la administración central subsiguiente a la muerte de Fernando VII y a la implantación definitiva del liberalismo. Siguiendo los principios de la separación de poderes y de la simplificación institucional, sus competencias administrativas pasarán a la Secretaría del Despacho de Hacienda, y las judiciales al Tribunal Supremo de Hacienda, de nueva creación.
El Consejo de Cruzada se creó en los primeros años del siglo XVI para gestionar los ingresos de la Bula de Cruzada y se suprimió por Real Decreto de Fernando VI de 8 de junio de 1750, siendo reemplazado por la Dirección y Contaduría General de las tres Gracias de Cruzada, Subsidio y Excusado, órgano que cambiará su denominación, en 1754, por la de Comisaría General de Cruzada. La Comisaría será suprimida por el Concordato con la Santa Sede del año 1851. El Consejo de Cruzada entenderá en la administración de las rentas de Cruzada, Subsidio y Excusado (Tres Gracias), siendo éstas aportaciones de origen eclesiástico en favor de la Corona que se gozan por concesión temporal y prorrogable de la Santa Sede. Las Ordenanzas de 1554 y las Instrucciones de 1771 regulan su funcionamiento como órgano consultivo y de gobierno teniendo como función principal la gestión de los ingresos de las 'Tres Gracias' en los reinos de Castilla, Aragón, Italia (Sicilia y Cerdeña) e Indias. Su organización y funcionamiento se realiza en dos ámbitos territoriales: uno centralizado en la Corte y el otro periférico para la 'administración, predicación y cobranza de las Cruzadas y otras Bulas'. Tras la supresión del Consejo por el Concordato de 1851, sus funciones pasan a la Archidiócesis de Toledo, y el arzobispo usará el título de Comisario General de Cruzada.
Su nacimiento en las Cortes de Valladolid de 1385 se inscribe en el proceso de centralización iniciado por los Trastámara. En su primera etapa (1385-1522) se definen plenamente su estructura y funciones casi inalterables a lo largo de los siglos.
Desde el principio se erige como el instrumento clave al servicio de la Corona en el orden político. Su antigüedad, la amplitud de funciones, la discrecionalidad de su actividad, su condición de árbitro de conflictos interconciliares, la paternidad de los consejos menores - Inquisición, Órdenes, Indias - le dieron tal primacía sobre el resto que despertó recelos de Secretarios y Validos.
En 1598 se estructuró definitivamente en cuatro Salas de Gobierno y una de Justicia. Radical, aunque efímera, fue la reforma de Felipe V en 1713 para combatir su hipertrofia y, sobre todo, su autonomía. Extendió sus competencias a la Corona aragonesa, fue en el siglo XVIII una institución poderosa frente al resto de Consejos y un vehículo eficaz de la política ilustrada. Extinguido en 1809, su precaria vida (aboliciones y restauraciones en cadena) estaría a la merced del éxito o fracaso de la burguesía liberal hasta su supresión definitiva en 1834.
La Congregación Religiosa de Hijas de la Virgen de los Dolores fue fundada por la Madre Antonia María y el Padre Juan en Trujillo en Cáceres en 1919.
En 1926 se aprobó en la Diócesis de Plasencia con el nombre de: “Hijas de los Dolores de María Inmaculada” y en el año 1967 la Congregación obtiene la Aprobación Pontificia pasando a llamarse “Hijas de la Virgen de los Dolores”.